La provincia de Zaragoza, más concretamente un pequeño pueblo rodeado de campos de cereal y viñedos, fue el escenario perfecto para que Víctor y Raquel, exultantes, pudieran encontrase con sus amigos y familia y dar rienda suelta a un evento que rebosó amor y buena energía.

Hasta el pueblo llegué atravesando los campos de trigo, con sus espigas ya recogidas, o por recoger en breve. Parcelas doradas, o ya marrones después de la cosecha, con balas de paja agrupadas en algunas de ellas. Viñedos en verde y marrón, otras tierras adyacentes en diferentes ocres que ya pedían agua de nuevo.

La ceremonia, como no, fue en la iglesia del pueblo. Luego paseamos un poco por las estrechas calles para tomar unas fotos de la pareja de novios. Nos acercamos hasta el puente de piedra que sortea el río Huerva; allí el entorno, con sus higueras, árboles, el arco del puente…¡todo pedía foto a voces¡

Disfrutamos de la sesión de pareja de fotografía de bodas con la espontaneidad de los novios y la entrañable sencillez del paisaje de las pequeñas localidades aragonesas.